lunes, 21 de noviembre de 2011

EL DÍA DESPUÉS ES EL DÍA SIGUIENTE (REFLEXIONES UN 21N)

Esta mañana en la oficina la gente se dirige a mí poniendo su cara más triste, unos con una tristeza real y otros con una tristeza más falsa que un amigo de Facebook. Pero incluso en el caso de los primeros, su pesar es efímero, su tristeza es la misma de cualquier lunes cuando ha perdido su Atleti o su Madrid. No pasará del martes.

Como progresista y socialista, y sobre todo como amante y firme defensor de la política como solución a los problemas que España tiene en estos momentos, este desafecto de la gente es lo que más me duele. A bote pronto diría que nuestro mayor error es no haber sabido llegar a la gente.

Los que hayáis estudiado algo de comunicación sabéis que el mensaje puede no llegar del emisor al receptor por distintos motivos, porque falle el canal o porque el lenguaje entre el que habla y el que escucha sea distinto. Ya podía ser brillante Saramago, que en portugués, para mí, lo mismo que una entrevista de la Duquesa de Alba.

Probablemente a los políticos les falla el canal, ya que la gente lee o escucha titulares, no va a los mítines o se traga los debates del Congreso, y mucho menos, se lee los programas electorales. Pero también nos falla el lenguaje. Con esto no quiero decir que nosotros nos expliquemos peor que Mariano Rajoy, eso es imposible, sino que hablamos para los Compañeros y no para los votantes, los cuales no están familiarizados con socialdemocracias, democracias cristianas, liberalismos o ultranaciolalismos, y mucho menos con conceptos ininteligibles como mercados, primas de riesgo, calificaciones de deuda soberana, etc, etc, etc.

Es un problema de la clase política en general pero que, en la práctica, sólo nos afecta a nosotros y que se explica por la naturaleza crítica de nuestro electorado. Analizando los resultados, ejercicio harto difícil una mañana como la de hoy, comprobamos, una vez más, que el discurso del Partido Popular es indiferente. Da igual que se muevan de la derecha a la extrema derecha, que propongan políticas neoliberales o ultraliberales, que tengan un discurso conservador o nacionalcatólico. La realidad es que en las últimas cinco elecciones generales, sus 10.500.000 votantes han acudido a las urnas religiosamente a depositar su papeleta. Eso les ha supuesto dos mayorías absolutas, la última aplastante, una mayoría simple, la del Puyol enano habla castellano, y las dos derrotas de Mariano Rajoy frente a José Luís Rodríguez Zapatero.

Esa horquilla entre diez y once millones no se la toca nadie, ni los cazavotos de UPyD. Estos últimos, al igual que Izquierda Unida, PNV y el partido xenófobo CiU, dependen por completo del descontento de nuestros electores.

Esta lectura tiene su parte buena; dependemos de nosotros mismos y con alcanzar 11.000.000 de votantes, cosa que ya hemos hecho otras veces, es suficiente. Y su parte mala; hoy por hoy nos faltan 4.000.000 para alcanzar esa cifra.

Es evidente que algo hay que cambiar y, posiblemente, los cambios necesarios han de ser profundos. Pero nuestro problema no está en nuestros valores ni en nuestras ideas, sino en que no hemos sabido transmitirlas a cuatro millones de españoles que en otras ocasiones han depositado su confianza en nosotros. Hagamos una reflexión profunda de porqué no llega nuestro mensaje, cambiar las caras visibles, puede que ayude algo, pero no va a solucionar nuestro problema.

Es verdad, que como en el resto de países, esta maldita crisis ha castigado a los partidos en el gobierno. Es verdad y digno de agradecer, que nuestro Secretario General y Presidente del Gobierno, antepusiera los intereses de España al suyo y al de su partido, para evitar ser intervenidos como Irlanda, Grecia y Portugal o incluso Italia.

Pero el resultado ha sido grave y lo peor es que no lo vamos a pagar sólo nosotros como partido, sino que las consecuencias más duras van a sufrirlas la inmensa mayoría de los ciudadanos. En otro momento me hubiera quedado en la ironía de que por nuestro no saber hacer, España sufrirá a Toni Cantó como Diputado y a Ana Botella como Alcaldesa de su Capital, pero ahora estamos hablando de la educación de nuestros hijos, del cuidado y la salud de los más desfavorecidos, de igualdad, de derechos, de libertades...

Analicemos y actuemos, sin prisa pero sin pausa, recordando que son los votantes del PSOE los que deciden el color del Gobierno de España.

Y si se nuestros dirigentes me lo permiten, desde este humilde blog, me tomo la libertad de darles un consejo; la comunicación en cascada, es decir, utilizando nuestras bases, es la más efectiva, la que más va a llegar al ciudadano. Utilicemos pues nuestras agrupaciones, contemos con ellas para actuar y para decidir el futuro de nuestro partido y, por ende el de nuestro país.

2 comentarios:

  1. Afirmar que todo ha sido un problema de (mala)comunicación son ganas de engañarse: los votantes en fuga han comprendido perfectamente que quienes eran parte (y, en gran medida, causantes) del problema no podían ser la solución. Por eso una buena porción de votantes socialistas ha preferido votar a partidos como IU o UPyD que digamos no son partidos que ofrezcan una garantía de buen gobierno, precisamente.

    No obstante, era casi imposible arreglar el estropicio creado en estos años: con 5 millones de parados, ni Felipe González en sus buenos tiempos de pretidigitador hubiera conseguido evitar el derrumbe.

    Un saludo.
    @igrequena

    ResponderEliminar
  2. Gracias por tu reflexión. Creo que el problema de fondo es la desesperación que viven muchos ciudadanos que no tienen trabajo ni ven claro su futuro. Ha llegado Mariano "el salvador" y pese a su autobombo, ahora tampoco lo verán claro, la crisis durará tiempo. También me gusta la autocrítica constructiva pero no le daré el gusto a la derecha de hacerlo en público. La comunicación es muy importante y mejorable pero en este caso lo más significativo puede ser lo que apuntas de las agrupaciones. Creo que son el punto más importante para fortalecer al PSOE en el futuro. NO sé si hay que imitar o no a Francia pues cada país es distinto y no tengo la potestad de discernir qué sería lo mejor para el PSOE, pero sí creo que hay que abrir las puertas y con la cara bien alta de ser, pensar y sentir como socialistas. Y luego está el factor sociológico y los que apuntan que ha bajado la fidelidad de los que votan a partidos progresistas (será consecuencia de cuarenta años de resignación). Sin embargo, en la derecha la fidelidad es la misma, es la que Dios manda. ¿Hay solución? Propongo girar a la izquierda y conducir con cuidado, parando mucho en el camino y con un buen conductor.

    ResponderEliminar