Supongo que en la política, como en el amor y en la guerra, todo vale, o eso por lo menos es lo que debieron de pensar los creadores de la campaña electoral, que no tuvieron ningún reparo en mentir y usar el dolor y la desesperación de millones de españoles.
Aquel 20N teníamos sobre la mesa una EPA del tercer trimestre de 2011 con 4.970.300 personas que querían trabajar y no podían, y los diarios ultraconservadores llenaban cada día las portadas con los 5.000.000 millones de parados que dejaba Zapatero. Hoy esa cifra, pese a que mañana El Mundo, ABC, La Razón y La Gaceta no ilustrarán sus portadas con imágenes de largas colas de gente frente a las Oficinas de Empleo, es de 5.639.500 personas.
Y la verdad es que no se en que pueden haber fallado los del PP si la receta era bien sencilla; sólo había que cambiar por todos los medios al Presidente del Gobierno, sustituir al incompetente de ZP por el eficiente generador de confianza Mariano Rajoy Brey. No hacía falta concretar propuestas, la confianza que el líder popular generaría, dentro y fuera de nuestras fronteras, nos sacaría de ésta.
El 18 de noviembre de 2011 la prima de riesgo era de 441 puntos, el Ibex cerraba en 8.310 y el litro de gasolina de 95 octanos costaba 1,307€. Ayer, con Rajoy rebosando confianza por todos sus poros cual Camacho a pleno rendimiento de sus glándulas sudoríparas, la prima de riesgo seguía en 430, el Ibex se desplomaba hasta los 7.027 puntos y pagábamos la gasolina a 1,48€ por litro.
Para conseguir este espectacular resultado de 669.200 parados nuevos en tan sólo 5 meses, los españoles (no todos) hemos tenido que hacer algún pequeño sacrificio. Además de tener que pagar 8,65€ más por cada depósito de gasolina; pagar, al menos en Madrid, un 11% más por el transporte público; pagar un 7% más en la factura eléctrica pese a apostar por las energías contaminantes; hemos visto incrementadas todas las tasas municipales posibles a la vez que reducían los servicios prestados; recibimos un sueldo neto menor merced a la subida del IRPF que prometieron no hacer; pagamos un 10% más, incluso los pensionistas, por las medicinas gracias al copago/repago que no iban a aplicar bajo ningún concepto; nos echan de nuestro puesto de trabajo con unas condiciones mucho peores debido a la Reforma Laboral dictada al alimón por la Patronal y Merkozy; nuestros hijos reciben una educación de peor calidad porque se reduce el número de profesores a la vez que se aumenta en un 20% el número de alumnos por aula; y para rematar nos sangran con una subida de las tasas universitarias del 60%. Si además tenemos en cuenta que será delito decidir libremente cuando ser madre y eres acusado de kale borroka por protestar contra esta batería de atrocidades contra el estado del bienestar, el cambio no puede ser más evidente. Nos sumamos al cambio y éste se nota.
No pretendo ponerme escatológico, pero el sentimiento que me invade es muy parecido al que sentí hace cuatro años cuando, en urgencias y con casi 40º de fiebre, un cirujano, mientras se ponía un guante de látex, me preguntaba si alguna vez me habían hecho un tacto rectal.