Parece ser que, en estas últimas elecciones, en lugar de votar la composición del Parlamento Europeo, los españoles hemos votado contra la casta. ¿Y qué es la casta?
Si me hubierais hecho esta misma pregunta hace tan solo unas semanas os hubiera respondido que la Casta era una modistilla, la hermana de la Susana, la que estaba enamorada del Julián y que para darle celos ambas se van con Don Hilarión, el boticario, a la verbena de la Paloma.
Don Ricardo de Vega, con música de Tomás Bretón, ya escribió hace muchos años sobre la casta.
Sin embargo, no creo que los chicos de Pablo Iglesias se refieran a la morena o a la rubia (he de confesar que no se distinguirlas) hijas del pueblo de Madrid, cuando hablan una y otra vez de la casta, sino que me da la impresión de que se refieren a la clase política; clase privilegiada, de difícil acceso y responsable de todos nuestros males.
¿Son los políticos los responsables de la asfixia a la sociedad y de los recortes en el estado del bienestar? Bueno, admitamos que son políticos los que están recortando en sanidad, en educación, en servicios sociales y en prestaciones; son políticos los que están dejando tirados a los dependientes y a sus familias.; son políticos los que aprueban leyes que eliminan derechos y libertades; (...)
Ahora bien ¿quién creó todo esto que están dilapidando los políticos?; ¿quién nos brindó una sanidad pública, universal, gratuita y con una calidad reconocida internacionalmente?; ¿quién consiguió que hijos de obreros como este que escribe tuviera acceso a una educación superior?; ¿de dónde vinieron las becas?; ¿quién aprobó la Ley de Dependencia?; ¿de dónde salieron las leyes que dotan de derechos a las minorías?; ¿de dónde aparecieron las leyes que nos dan la libertad de elegir?; ¿de dónde las leyes que dan igualdad de derechos a mujeres y hombres?; (...). ¿Podría decirse que todo esto es obra de políticos? Yo diría que si. Entonces deberíamos admitir también que no todos los políticos son iguales.
Todos los políticos no son iguales, pero tampoco son eternos, o por lo menos, no deberían serlo. Y ésto es, a mi entender, lo que han castigado los electores en estos comicios europeos. Ya puedes tener un buen programa electoral y haber realizado un gran trabajo de difusión del mismo, que si los votantes tras ello ven las mismas caras una y otra vez, estas ideas, estas soluciones a sus problemas, no van a resultarles creíbles.
No es normal, y eso el electorado lo castiga, que diputados nacionales, diputados autonómicos, diputados provinciales y concejales que llevan en sus escaños ocho, doce o más años pretendan repetir y encima se definan a sí mismos como la renovación. Que la gente haya comprado el mantra de la casta no es tanto por las diferencias existentes entre los políticos y el resto de la ciudadanía, que en algunos casos son muy grandes pero en otros muchos no tanto, sino porque para el votante los políticos son siempre los mismos.
Los mensajes que repiten desde Podemos no son muy distintos de las propuestas que se pueden encontrar en cualquiera de los programas electorales de las formaciones progresistas. Si resultan ahora más creíbles es porque se los dice alguien nuevo; caras frescas que no han visto antes en política.
Como socialista espero que mi partido haga un buen análisis de los resultados de estas elecciones y tome buena nota de ellos para realizar los cambios pertinentes, que no son tanto de ideas sino en la dirección de recuperar la credibilidad, y para ello es necesaria una remodelación profunda desde el pueblo más pequeño hasta la comunidad autónoma más grande.
Empezaba esta entrada hablando de la Casta y tal vez la solución empiece, y digo empiece y no empiece y termine, por su hermana, la Susana.